Cada lugar de trabajo es distinto, y hay que afrontarlo con todas las precauciones, especialmente cuando es potencialmente peligroso. Por ello, no hay dos espacios confinados iguales y antes de entrar a realizar una operación en uno de ellos conviene conocer bien sus particularidades. No obstante, en el ámbito de los riesgos laborales, se suele clasificar este tipo de ambientes en dos, como recoge la NTP 223 del INSHT (Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo). En este post te contamos en detalle cuántos tipos de espacios confinados hay, con sus características y ejemplos:

  • Espacios confinados abiertos por su parte superior, con una profundidad que impide su ventilación natural
  • Espacios confinados cerrados, con una pequeña abertura de entrada y salida

Tipo 1: abiertos por su parte superior

Los espacios confinados de esta primera tipología tienen en común su carácter abierto en la parte superior, pero no tienen ventilación natural por su gran profundidad o bien porque su abertura es pequeña. Al tratarse de un espacio que se abre a un nivel inferior con respecto al suelo desde el que se accede, suelen tener un riesgo común a los trabajos en altura: las caídas a distinto nivel.

El ejemplo más popular y sencillo de esta primera tipología de espacios confinados son los pozos: espacios de gran profundidad y anchura generalmente estrecha, lo que complica cualquier labor de rescate. Pero también hay otros que pueden tener una gran anchura y escasa profundidad, y eso no los exime de potenciales riesgos. Es el caso de los fosos de engrase de los vehículos, las cubas o, en general, los depósitos abiertos.

Tipo 2: cerrados, con una pequeña abertura de entrada y salida

El segundo tipo de espacio confinado no tiene por qué estar a un nivel inferior con respecto al suelo donde se encuentra el operario: lo que los caracteriza es la ausencia de abertura permanente y, a cambio, el lugar de acceso y salida es una puerta, compuerta o elemento similar que tiene por objetivo que el espacio permanezca cerrado todo el tiempo. Esto aumenta algunos potenciales riesgos, como el de intoxicación por gas o el de atrapamiento por cierre accidental.

Algunos ejemplos de este tipo de espacios son los túneles, los gasómetros, las bodegas de los barcos, los tanques de almacenamiento o las alcantarillas.

Conocer cuántos espacios confinados hay y cuáles son sus características es algo importante para prevenir riesgos en ellos. Pero no debes olvidar que, pese a sus diferencias, todos estos espacios tienen tres características en común, como explicamos en este otro post: tienen una ventilación natural desfavorable, con posibilidad de acumular una atmósfera deficiente en oxígeno y, por ello, no están pensados para una ocupación humana prolongada.

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